Historia 5to año

RELACIONES DIPLOMÁTICAS DURANTE
LA GUERRA FRÍA
de anterior

TRATADO ENTRE LA URSS Y LA REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA, 1970
Las Altas Partes que participan en este Tratado, al desear contribuir al afianza miento de la paz y de la seguridad en Europa y el mundo;
Convencidas que la colaboración pacífica entre los países asentada en los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, responde a los ardientes deseos de los pueblos y a los intereses generales de la paz internacional, al considerar que los entendimientos concordados realizados anteriormente, en particular la concertación del 13 de septiembre de 1955 del acuerdo sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas, han creado condiciones favorables para emprender nuevos e importantes pasos hacia el ulterior desarrollo y fortalecimiento de sus relaciones mutuas;
Al querer expresar en forma de tratado su decisión, en cuanto al mejoramiento y ampliación de la colaboración mutua incluyendo las relaciones económicas y también los contactos científico-técnicos y culturales, en interés de ambos países, han acordado lo siguiente:
Art. 1. La URSS y la RFA consideran el mantenimiento de la paz internacional y la obtención de la distensión como un objetivo importante de su política. Expresan su decisión a contribuir a la normalización de la situación en Europa y al desarrollo de las relaciones pacíficas entre todos los países europeos al tomar en cuenta como punto de partida la situación real existente en esta región.
Art. 2. La URSS y la RFA se guiarán por los objetivos y principios formulados en la Carta de las Naciones Unidas, en sus relaciones mutuas y también en lo concerniente al afianzamiento de la seguridad europea e internacional.
Art. 3. Conforme con los objetivos y principios arriba mencionados, la URSS y la RFA están de acuerdo en reconocer que la paz en Europa puede ser mantenida sólo en el caso de que nadie viole las fronteras actuales. Se comprometen a un respeto ilimitado de la integridad territorial en todos los países de Europa en sus fronteras actuales; declaran que no tienen pretensiones territoriales con respecto a nadie y no plantearán tales pretensiones en el futuro; consideran como inviolables, tanto ahora como en el futuro, las fronteras de todos los Estados de Europa, tal y como están en el día de la firma del presente Tratado, incluida la línea Odra-Nysa (Oder-Neisse) que constituye la frontera occidental de la República Popular de Polonia y la frontera entre la RFA y la RDA (...)
Moscú
12 de agosto de 1970
COMUNICADO CONJUNTO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA Y EEUU, 1972
El Presidente Richard Nixon de los Estados Unidos de América ha visitado la República Popular China por invitación del primer Ministro Chou En-Lai, desde el 21 al 28 e febrero de 1972. Acompañaban al Presidente la Sra. Nixon, el Secretario de Estado William Rogers, el Asesor del Presidente Dr. Henry Kissinger, y otros diplomáticos americanos (...)
Los dirigentes de la República Popular China y de los Estados Unidos de América encontraron beneficioso tener esta oportunidad, después de tantos años de no mantener relaciones, de exponer sinceramente sus opiniones sobre una variedad de temas. Pasaron revista a la situación internacional, y expusieron sus respectivas posiciones y actitudes.
La parte china manifestó:
En cualquier parte que haya opresión hay resistencia. Los países desean la independencia, las naciones quieren la liberación y el pueblo desea la revolución; esto ha llegado a ser la tendencia irresistible de la Historia (...). China nunca será una superpotencia y se opone a cualquier especie de hegemonía y poder. La parte china afirma que apoya firmemente la pugna de todos los pueblos oprimidos y a las naciones que desean libertad (...) Todas las tropas extranjeras deberían ser retiradas a sus propios países.
La parte china expresa su firme apoyo a los pueblos de Vietnam, Laos y Camboya y sus esfuerzos por el logro de su empeño (…)
Apoya firme mente el programa de ocho puntos para la unificación pacífica de Corea, presentado por el Gobierno de la República Democrática Popular de Corea el 12 de abril de 1971 (…)
Firmemente se opone a la reanudación y expansión del militarismo japonés y apoya el deseo del pueblo japonés de construir un Japón neutral, independiente, democrático y pacífico.
Firmemente mantiene que la India y Pakistán deberían, de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas, retirar inmediatamente sus fuerzas a sus territorios respectivos y a sus propios lados de la línea de tregua de Jammu y Cachemira, y apoya al Gobierno y pueblo pakistaníes en su lucha para preservar su independencia y soberanía, y al pueblo de Jammu y Cachemira su pugna para lograr el derecho a la autodeterminación.
La parte norteamericana hace constar:
La paz en Asia y la paz en el mundo requieren esfuerzos de ambos para reducir inmediatamente las tensiones y eliminar las causas básicas del conflicto. Los Estados Unidos trabajarán por una paz justa y segura: justa, porque colma las aspiraciones de los pueblos y naciones de libertad y progreso; segura, porque aleja el peligro de agresiones extranjeras. Los Estados Unidos apoyan la libertad individual y el progreso social de todos los pueblos del mundo, libre de toda presión exterior o intervención. Los Estados Unidos creen que el esfuerzo por reducir tensiones se ve favorecido por la mejora de las comunicaciones entre los países que sustentan diferentes ideologías, así como para disminuir los riesgos de confrontación debidos a accidentes, falta de entendimiento o errores (...). Ningún país debería alegar infabilidad y cada Estado debería estar dispuesto a recapacitar sobre su actitud hacia el bien común.
Los Estados Unidos pusieron de relieve que los pueblos de Indochina deberían ser capaces de determinar su destino sin intervención exterior. Su objetivo primordial ha sido la solución negociada. La propuesta de ocho puntos presentada por la República de Vietnam y los Estados Unidos el 27 de enero de 1972 representa la base para alcanzar ese objetivo. A falta de un acuerdo, los Estados Unidos conciertan la retirada final de todas las fuerzas estadounidenses de la región, de acuerdo con el deseo de autodeterminación de cada país en Indochina.
Los Estados Unidos mantendrán sus estrechos vínculos de apoyo con respecto a la República de Corea. Los Estados Unidos apoyarán los esfuerzos de la República de Corea para tratar de lograr un relajamiento de la tensión e incrementar la comunicación en la península coreana.
Los Estados Unidos conceden gran importancia a sus amistosas relaciones con Japón y continuarán desarrollando sus estrechos lazos ya existentes.
(…) los Estados Unidos favorecen la continuación del alto el fuego entre India y Pakistán y la retirada de todas las fuerzas militares al interior de sus propios territorios y de sus propios bordes de la línea de alto el fuego en Jammu y Cachemira (…)
Existen diferencias esenciales entre China y los Estados Unidos en sus sistemas sociales y su política exterior. No obstante, ambos países están de acuerdo en que los países, sin tener en cuenta sus sistemas sociales, deben desarrollar sus relaciones basándose en los principios de respeto a la soberanía y la integridad territorial de todos los Estados, no agresión contra otros Estados, no interferencia en los asuntos internos de los demás Estados, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica. Las disputas internacionales deben arreglarse basándose en estos principios, sin recurrir al uso o la amenaza del empleo de la fuerza. Los Estados Unidos y la República Popular China están dispuestos a aplicar estos principios en sus relaciones mutuas. Teniendo en cuenta estos principios sobre las relaciones internacionales, las dos partes han manifestado que:
El progreso hacia la normalización de las relaciones entre China y los Estados Unidos es interesante para todos los países.
Ambos desean reducir el peligro de un conflicto internacional militar
Nadie debería buscar la hegemonía en la región asiática del Pacífico y ambos se oponen a los esfuerzos desplegados por cualquier otro país o grupo de países para establecer tal hegemonía.
Nadie está preparado para negociar en nombre de una tercera área o para formar acuerdos o compromisos con la otra, orientados hacia otros Estados.
Ambas partes opinan que irla en contra de los intereses de los pueblos del mundo que cualquier gran potencia se uniera con otra contra los demás países o que los países más poderosos dividieran el mundo en esferas de interés.
Ambas partes han revisado las graves disputas que datan de hace mucho tiempo entre China y Estados Unidos. La parte china ha reafirmado su postura: la cuestión de Formosa constituye el problema crucial que obstaculiza la normalización de relaciones entre la China comunista y los Estados Unidos. El Gobierno de la República Popular China es el único Gobierno legítimo de China. Formosa es una provincia de China, que desde hace mucho tiempo hubiera debido reintegrarse a la tierra madre. La liberación de Formosa es un asunto interno de China en el que ningún otro país tiene derecho a inmiscuirse. Y deben retirarse de Formosa todas las fuerzas e instalaciones norteamericanas.(...)
La parte norteamericana ha declarado: Los Estados Unidos reconocen que todos los chinos de ambos lados del estrecho de Formosa sostienen que no hay más que una China y que Formosa forma parte de esta última. El Gobierno de los Estados Unidos no ataca dicha postura. Reafirma su interés en que se llegue a un acuerdo pacífico del problema de Formosa por los propios chinos. Teniendo en cuenta esta perspectiva, afirma el objetivo final de la retirada de todas las fuerzas e instalaciones militares norteamericanas en Formosa. Entretanto, reducirá gradualmente sus fuerzas e instalaciones militares en Formosa una vez que disminuya la tensión en la zona.
Ambas partes están de acuerdo en que es conveniente ampliar la compresión entre los dos pueblos (...) Ambas partes consideran que el comercio bilateral constituye otra rama de la que pueden obtenerse mutuos beneficios, y están de acuerdo en que las relaciones económicas basadas en la igualdad y el provecho mutuo redundan en interés de los pueblos de los dos países (..) Ambas partes están de acuerdo en que permanecerán en contacto a través de diversos conductos, con inclusión del envío de un alto representante norteamericano a Pekín, de vez en cuando, para concretar consultas con vistas a estimular la normalización de relaciones entre los dos países y continuar intercambiando opiniones acerca de cuestiones de interés común (...)
Shangai
27de febrero de 1972


Fuente: www.siglo20.org


El Plan Marshall
6 de junio de 1947
No necesito decirles, señores, que la situación mundial es muy seria (...). Al considerar lo que se precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron correctamente estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta destrucción visible era probablemente menos seria que la dislocación de toda la fábrica de la economía europea (...).
La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave.
El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro económico de sus propios países y de Europa como un todo. El fabricante y el granjero a lo largo y ancho de amplias áreas tienen que tener capacidad y voluntad de cambiar sus productos por monedas cuyo valor continuo no esté constantemente en cuestión.
Dejando a un lado el efecto desmoralizador sobre el ancho mundo y las posibilidades de desórdenes resultantes de la desesperación de la gente afectada, las consecuencias para la economía de los Estados Unidos parecen evidentes a todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan cuanto esté en su poder para ayudar a volver a una salud económica normal en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura. Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres. Tal ayuda, a mi modo de ver, no debe llevarse a cabo en pedazos a medida que se desarrollen las crisis. Cualquier ayuda que este Gobierno pueda prestar en el futuro debe procurar una cura antes que un simple paliativo.
Cualquier gobierno que esté dispuesto a ayudar en la tarea de la recuperación, encontrará, estoy seguro de ello, plena cooperación por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Cualquier gobierno que maniobre para bloquear la recuperación de otros países no puede esperar apoyo de nosotros. Más aún, los gobiernos, partidos políticos o grupos que traten de perpetuar la miseria humana al objeto de aprovecharse de ella políticamente o de otra manera, encontrarán la oposición de los Estados Unidos.
Es ya evidente que, antes de que el Gobierno de los Estados Unidos pueda ir mucho más lejos en sus esfuerzos para aliviar la situación y ayudar a situar al mundo entero en su camino hacia la reconstrucción, tiene que haber algún acuerdo entre los países de Europa en cuanto a lo que requiere la situación y a la parte que estos países mismos tomarán en orden a dar el adecuado efecto a cualquier acción que pueda ser emprendida por este Gobierno. No resultaría ni conveniente ni eficaz para este Gobierno intentar montar unilateralmente un programa encaminado a poner a Europa de pie económicamente. Este es el asunto de los europeos. La iniciativa, pienso yo, tiene que venir de Europa. El papel de este país debe consistir en una ayuda amistosa en la elaboración de un programa europeo y un ulterior apoyo a dicho programa en la medida en que pueda ser práctico para nosotros hacerlo. El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de naciones europeas, si no por todas.
Parte esencial de cualquier acción afortunada por parte de los Estados Unidos es que el pueblo de América comprenda, por su parte. el carácter del problema y los re medios a aplicar. La pasión política y los prejuicios no deben intervenir. Con previsión, y con la voluntad de nuestro pueblo de enfrentarse con la ingente responsabilidad que la historia ha puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que he subrayado pueden ser superadas, y lo serán.
Discurso de George Marshall
Universidad de Harvard
6 de Junio de 1947
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Es esta una carta que aparece en un texto de "Jusegoje", "El Nacionalsocialismo y la Judería", articulo que despeja dudas y desviaciones sobre la cuestión judía y los esfuerzos serios y científicos del Tercer Reich.

El 10 de Septiembre de 1919, cuando Hitler estaba aún en el ejército, uno de sus superiores, el capitán de Estado Mayor Karl Meyer, le solicitó su opinión sobre la actitud de los Socialistas hacia los judíos. Esta solicitud fue hecha al “Estimado señor Hitler”.
Hitler respondió el día 16 de Septiembre de 1919 y su respuesta es la que reproducimos más abajo. Se ha hecho lo imposible por mantener el sentido del original.


“Si la amenaza con que la judería se enfrenta a nuestro pueblo ha dado lugar a una hostilidad innegable por parte de grandes sectores de nuestra población; la causa de esta hostilidad no debe ser buscada en el hecho claro de que la Judería como tal está teniendo, deliberada o involuntariamente, un efecto pernicioso sobre nuestra nación, si no principalmente en el trato interpersonal, en la pobre impresión que el judío hace en forma individual. Como resultado, el antisemitismo asume un estricto carácter emocional. Esta no es la respuesta correcta. El antisemitismo, como movimiento político, no puede y no debe ser modelado por factores emocionales si no por el reconocimiento de los hechos. Los hechos son: Para comenzar, los judíos son incuestionablemente una raza y no una comunidad religiosa. El judío no se describe a sí mismo como un alemán judío, un polaco judío o un americano judío, si no que siempre como un judío alemán, polaco o americano. Lo más que ha absorbido un judío de los pueblos extranjeros en medio de los cuales ha vivido es el idioma. Y, como un alemán que está forzado a emplear el francés en Francia, el italiano en Italia, y el chino en China no viene del francés, italiano ni chino; así no podemos llamar a un judío que viva entre nosotros y que esté forzado a emplear el alemán, un alemán. Y aún la fe mosaica, no obstante su importancia para la preservación de esa raza, no debe ser el único criterio para decidir quien es judío y quien no. Hay difícilmente una raza en el mundo en que todos sus miembros pertenezcan a una religión única.

A través de la endogamia de miles de años, frecuentemente en círculos muy pequeños, el judío ha sido capaz de preservar su raza y sus características raciales más exitosamente que muchos de los pueblos dentro de los cuales vive. Como resultado, tenemos viviendo en medio del pueblo alemán una raza extranjera no alemana, poco dispuesta y en realidad incapaz de despojarse de sus características raciales, sus sentimientos, pensamientos y ambiciones particulares y, sin embargo, gozando de los mismos derechos políticos que nosotros. Y como los sentimientos judíos están limitados a la esfera de lo material, sus pensamientos y ambiciones están destinados a ser eso mismo aun más fuertemente. La danza alrededor del becerro de oro viene de una lucha despiadada por aquellos bienes que nosotros sentimos interiormente que no son ni los más altos ni los únicos por los que vale la pena luchar en esta tierra. El trabajo de un individuo no está ya más determinado por su naturaleza o por la importancia que pueda tener para la comunidad, si no por el tamaño de su fortuna, su hacienda.

La grandeza de una nación no está ya más medida por la suma de sus recursos morales y espirituales, si no únicamente por sus bienes materiales
.
Todo esto resulta en esa actitud mental y esa búsqueda de dinero y poder para protegerlo que permite al judío ser tan inescrupuloso en su elección de medios y tan misericorde en su uso para sus propios fines.En los estados autocráticos se arrastra delante de la “majestad” de los príncipes y abusa sus favores para convertirse en una sanguijuela del pueblo.


En una democracia busca los favores de las masas, se humilla delante de la “majestad del pueblo”, pero sólo reconoce la majestad del dinero
.
Mina el carácter del príncipe con adulación bizantina; el orgullo y la fuerza nacional es por la desvergonzada seducción al vicio. Su arma preferida es la “opinión pública” tal como es falsificada por la prensa. Su poder es el poder del dinero que acumula tan fácil e interminablemente en la forma de interés y con el cual impone un yugo a la nación, yugo que es el más pernicioso ya que su brillo oculta sus terribles consecuencias. Todo lo que hace luchar a un pueblo por cosas más grandes, sea religión, socialismo o democracia, sirve al judío meramente para la satisfacción de su avaricia y sed de poder.

El resultado de su trabajo es una tuberculosis racial de la nación. Esto tiene las siguientes consecuencias: El antisemitismo puramente emocional halla su expresión última en la forma de progrom. Por el contrario, el antisemitismo racional debe conducir a una lucha sistemática y legal contra y por la erradicación de aquellos privilegios de que gozan los judíos sobre otros extranjeros que viven entre nosotros. Su objetivo final debe ser la remoción total de todos los judíos de nuestro seno. Ambos objetivos sólo pueden ser alcanzados por un gobierno de fuerza nacional, no por un gobierno de impotencia nacional
.
La República Alemana debe su existencia, no a la voluntad unida de nuestro pueblo, si no a la turbia explotación de una serie de circunstancias que, tomadas en conjunto, se expresan en una profunda insatisfacción. Estas circunstancias, sin embargo, surgen independientemente de la estructura política, y están trabajando aún hoy día. En verdad más que nunca antes. Por eso una gran parte de nuestro pueblo ha llegado a reconocer que no por cambiar la estructura del estado nuestra posición será mejorada, si no sólo por el renacimiento de la moral y de las fuerzas espirituales de nuestra nación
.
Y este renacimiento no puede ser preparado por el liderazgo de una mayoría irresponsable influenciada por dogmas partidarios o por frases cliché y eslóganes internacionalistas de una prensa irresponsable, si no por actos determinados de la parte de líderes nacionales con un sentido interno de responsabilidad.

Este hecho sirve para privar a la República del soporte interno de las fuerzas espirituales que cualquier nación tiene mucha necesidad. Por lo tanto los líderes actuales de la nación están obligados a buscar el apoyo de aquellos que sólo se han beneficiado y continúan beneficiándose al cambiar la forma del estado alemán, y de aquellos que por esa misma razón se convirtieron en la fuerza motriz de la revolución: Los judíos.

Menos preciando la amenaza judía, la cual es indudablemente reconocida aun por los líderes actuales (como testimonian varias afirmaciones de personalidades eminentes), estos hombres están forzados a aceptar favores judíos para su beneficio privado y a devolver esos favores. Y la devolución no involucra meramente el satisfacer cualquier posible petición judía, si no sobre todo impedir la lucha del pueblo embaucado contra aquellos que lo engañaron, mediante el sabotaje del movimiento antisemita”.
                                                                                                                                  Adolf Hitler.